VENDER ARENA EN EL DESIERTO
Estamos mal acostumbrados. Entramos en Internet y a golpes de clickeo llegamos casi siempre a Google. Allí desde una postura muy cómoda perdiendo más o menos tiempo según la habilidad de quien se siente ante la pantalla, encontramos la mayoría de las veces aquello que necesitamos sin la necesidad de movernos del sillón.
En los últimos tiempos muchos de los diarios digitales (infocliks) se han subscrito a la moda de restringir ciertos contenidos al público que no paga por ellos. Aquí llega la confusión, los medios de comunicación en general son INDUSTIAS ECONÓMICAS, pero a la vez tienen una FUNCIÓN SOCIAL.
Comencemos por la primera premisa. La información como mercancía. La verdad es que nadie se echa las manos a la cabeza por pagar 1 euro diario por su periódico analógico y si al fin y al cabo echamos las cuentas, lo que nos cuesta 363 euros al año (364 si es bisiesto) lo podemos conseguir por 80 con más servicios. Al fin y al cabo la información es un producto y así lo es también en las ediciones impresas pues desde que el periodista sale a buscar la noticia hasta que sale impresa intervienen multitud de factores políticos, económicos, fácticos
En la segunda premisa es donde reside la esquizofreniadel lector. Resulta que en los tiempos donde la prensa impresa está dando un vuelco a la gratuidad en Internet donde esta cultura estaba mucho más afianzada, llegan algunos diarios y echan el candado a la información. Esta personalidad bipolar de la prensa española está llevando a que el lector, que camina entre la tacañería y la picardía, no pague por nada. De hecho, periódicos como El Mundo, paladín en su día de la postura pay per view parece que últimamente ha vuelto a abrir al público gratuitamente toda su edición digital (o al menos yo no encontrado ningún camino vedado ni sitio para subscribirse).
Y es que el "cierre" de ciertas puertas cabrea al lector, sobre todo cuando su mentalidad está aferrada a la cultura del TODO gratis. Y estamos de acuerdo que la calidad hay que pagarla pero ¿dónde está el límte? (ver artículo muertos de pago) . Así se introduce en el típico círculo vicioso, si cierro lo que interesa, no recojo los lectores que pierdo en la edición de papel, que era mi meta, y si no lo cierro, ¿quién va a pagar por leer lo que tiene poco interés, si lo interesante lo damos gratis?.
Lo que está claro es que no hay una solución intermedia, la mayoría de los diarios se subscriben a una fórmula extrema u a otra y esto es algunos casos está llevando al suicidio.
Y es que vender arena en el desierto no es fácil. Cuando uno se topa con un contenido restringido, tira de google y lo lee en otro lado, con el consecuente peligro de que al final el lector se aficione a esos medios alternativos y el diario de pago finalmente se quede sin clientes.
Parece que a El País no le está llendo demasiado bien, no consigue convencer a sus lectores digitales de se inscriban y lo que es más importante, al restringir el acceso a la opinión pública, pierde también influencia sobre la misma. Y al final si se ponen trabas a la audiencia, no consiguen leer el periódico que desean. Así que se van a leer el de la competencia. No sólo se debilita el poder del periódico "vetado" sino que al final refuerza al contrincante.
Así que como dijimos, vender arena en el desierto no es fácil, vender información en un medio que está saturada de ella, donde hay muchas opciones antes que abrir la billetera no parece una solución adecuada. Sobre todo cuando aún, el periódigo digital se sigue viendo como complemento del impreso y no como un medio en sí mismo. ¿Quién va a pagar entonces dos veces cuando puede buscar el complemento en una autopista libre sin necesidad de pasar por el peaje?
En los últimos tiempos muchos de los diarios digitales (infocliks) se han subscrito a la moda de restringir ciertos contenidos al público que no paga por ellos. Aquí llega la confusión, los medios de comunicación en general son INDUSTIAS ECONÓMICAS, pero a la vez tienen una FUNCIÓN SOCIAL.
Comencemos por la primera premisa. La información como mercancía. La verdad es que nadie se echa las manos a la cabeza por pagar 1 euro diario por su periódico analógico y si al fin y al cabo echamos las cuentas, lo que nos cuesta 363 euros al año (364 si es bisiesto) lo podemos conseguir por 80 con más servicios. Al fin y al cabo la información es un producto y así lo es también en las ediciones impresas pues desde que el periodista sale a buscar la noticia hasta que sale impresa intervienen multitud de factores políticos, económicos, fácticos
En la segunda premisa es donde reside la esquizofreniadel lector. Resulta que en los tiempos donde la prensa impresa está dando un vuelco a la gratuidad en Internet donde esta cultura estaba mucho más afianzada, llegan algunos diarios y echan el candado a la información. Esta personalidad bipolar de la prensa española está llevando a que el lector, que camina entre la tacañería y la picardía, no pague por nada. De hecho, periódicos como El Mundo, paladín en su día de la postura pay per view parece que últimamente ha vuelto a abrir al público gratuitamente toda su edición digital (o al menos yo no encontrado ningún camino vedado ni sitio para subscribirse).
Y es que el "cierre" de ciertas puertas cabrea al lector, sobre todo cuando su mentalidad está aferrada a la cultura del TODO gratis. Y estamos de acuerdo que la calidad hay que pagarla pero ¿dónde está el límte? (ver artículo muertos de pago) . Así se introduce en el típico círculo vicioso, si cierro lo que interesa, no recojo los lectores que pierdo en la edición de papel, que era mi meta, y si no lo cierro, ¿quién va a pagar por leer lo que tiene poco interés, si lo interesante lo damos gratis?.
Lo que está claro es que no hay una solución intermedia, la mayoría de los diarios se subscriben a una fórmula extrema u a otra y esto es algunos casos está llevando al suicidio.
Y es que vender arena en el desierto no es fácil. Cuando uno se topa con un contenido restringido, tira de google y lo lee en otro lado, con el consecuente peligro de que al final el lector se aficione a esos medios alternativos y el diario de pago finalmente se quede sin clientes.
Parece que a El País no le está llendo demasiado bien, no consigue convencer a sus lectores digitales de se inscriban y lo que es más importante, al restringir el acceso a la opinión pública, pierde también influencia sobre la misma. Y al final si se ponen trabas a la audiencia, no consiguen leer el periódico que desean. Así que se van a leer el de la competencia. No sólo se debilita el poder del periódico "vetado" sino que al final refuerza al contrincante.
Así que como dijimos, vender arena en el desierto no es fácil, vender información en un medio que está saturada de ella, donde hay muchas opciones antes que abrir la billetera no parece una solución adecuada. Sobre todo cuando aún, el periódigo digital se sigue viendo como complemento del impreso y no como un medio en sí mismo. ¿Quién va a pagar entonces dos veces cuando puede buscar el complemento en una autopista libre sin necesidad de pasar por el peaje?
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Gerardo Gutierrez -